23.5 es como ese primer amor adolescente: dulce, caótico y te deja con ganas de más. La serie nos regala una historia de amor entre dos chicas que no solo te hace suspirar, sino que también te hace reír a carcajadas, especialmente gracias a Ongsa, que es básicamente el alma de todo esto.
Eso sí, a veces la historia parece que tomó demasiado café y se olvidó de cerrar tramas que abrió con entusiasmo. La serie es cortita, y eso se nota: de repente hay historias que se resuelven con un “bueno, eso fue todo, sigamos”, y una se queda con cara de “¿y entonces?”.
Sun, la otra protagonista, arranca con una personalidad y luego cambia por completo ¿Reinvención personal o confusión del guionista? Aún no lo sabemos, pero al menos nos mantiene alerta y digamos que desata con esto los grandes dramas de este Gl.
Y si hablamos de personajes que se roban el corazón, ahí están Aylin y Luna. Ellas nos muestran ese lado más profundo, donde el mundo parece quedarle chico a personas como Aylin, que lucha por encontrar su lugar, y Luna que, con su sensibilidad, logra entenderla. Las dos aportan una dimensión más reflexiva y necesaria a esta historia tan luminosa como su título.
En resumen: 23.5 es una serie que te hace reír, llorar, pensar y gritarle a la pantalla de vez en cuando. No es perfecta, pero como los buenos romances adolescentes, se gana tu corazón igual.
PD: Denle a Latte un protagónico.
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